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Abruma a ciudadanos europeos el "turismo de fiesta" que impera en Ámsterdam

Los vecinos de la capital neerlandesa padecen el exceso de visitas y la juergas diarias del turismo

Abruma a ciudadanos europeos el "turismo de fiesta" que impera en Ámsterdam
Los vecinos de la capital neerlandesa padecen el exceso de visitas y la juergas diarias del turismo Foto: Arte: Miguel Zúñiga

DINAMARCA. Vecinos de Ámsterdam advierten con llevar al ayuntamiento ante tribunales por violar sus propios reglas contra el turismo masivo, en especial la limitación de 20 millones de pernoctaciones turísticas al año. Exigen soluciones.

Durante décadas, Ámsterdam ha sido reconocida como una ciudad liberal, tolerante y abierta. Debido a la política ambigua, pero permisiva respecto al consumo de cannabis, que ha convertido a la capital neerlandesa en un imán para millones de visitantes.

El fenómeno del "turismo de fiesta" —que gira en torno al consumo de drogas, alcohol y vida nocturna— genera tensiones crecientes entre la población local.

Desde 2013, la ley de tolerancia establece que solamente los residentes legales en los Países Bajos pueden acceder a los coffee shops para comprar cannabis. Pero rara vez se aplica.

Muchos de estos establecimientos dependen en gran medida del turismo, ya que miles de visitantes llegan cada año atraídos por la posibilidad de consumir marihuana sin mayores complicaciones legales.

Esa misma permisividad ha tenido consecuencias visibles. Con una población que no rebasa el millón de habitantes, Ámsterdam recibió a 22.1 millones de visitantes en 2023 y el año pasado se registraron 23 millones.

Aunque muchos de ellos son neerlandeses, millones de turistas extranjeros siguen acudiendo con una imagen distorsionada: un destino de excesos. Uma Kagenaar, periodista criada en Ámsterdam, lo resume así: "los residentes locales piensan que una gran parte del centro es solo un paraíso para turistas.

"No quedan residentes locales ahí. Así que culpan mucho al gobierno, por haber dejado que se les escapara de las manos. Tal vez haya un par de cafés bonitos, pero eso es todo. Y eso es bastante deprimente".

Las autoridades municipales han implementado medidas para frenar este tipo de turismo. Desde limitar horarios de bares y clubes nocturnos hasta campañas publicitarias que buscan disuadir a jóvenes británicos de entre 18 y 35 años de viajar a Ámsterdam solo para salir de fiesta.

También se ha restringido la apertura de nuevos hoteles en el centro, aumentado el impuesto turístico y reducido el número de cruceros por los canales. Todas estas políticas  buscan mitigar los efectos del sobreturismo y mejorar la calidad de vida de los residentes, especialmente en las zonas más afectadas como el centro histórico y el famoso Barrio Rojo. 

Fabio Setti, brasileño con ciudadanía italiana que vive desde hace seis años en Ámsterdam, dijo al respecto que:

“Creo que los residentes tienden a tener una percepción negativa de la industria turística en general. Los turistas típicos que visitan la ciudad suelen ser personas que vienen a salir de fiesta, consumir drogas y que tienden a faltar al respeto tanto a su entorno como a la ciudad”.

Setti añade que la accesibilidad del cannabis puede ser positiva para quienes conocen la sustancia y la usan con fines médicos o personales con responsabilidad, pero también advierte: “Puede ser peligroso para quienes solo quieren una noche salvaje sin conocimiento alguno, terminando por mezclar sustancias y perdiendo el control”.

Uma ofrece una visión del consumo de marihuana entre los locales:

“Siento que, si lo comparas con Dinamarca, por ejemplo, aquí la gente realmente lo ve como el alcohol. No lo consideran (el cannabis) una droga dura ni algo muy peligroso o criminal. Para nada. Al menos en mis círculos. También mis padres lo ven así.”

Uno de los aspectos que más preocupa a los vecinos es el comportamiento de grandes grupos de jóvenes, especialmente hombres, que recorren la ciudad de bar en bar, frecuentemente bajo efectos del alcohol y otras sustancias.

“Estos grupos suelen ser ruidosos y, a veces, agresivos, lo cual hace que la experiencia de vivir aquí sea peor. Muchos clubes a los que solía ir ya no me interesan, porque están llenos de turistas que solo buscan la fiesta típica de Ámsterdam”, afirmó Fabio.

Esta desconexión entre lo que buscan los turistas y lo que viven los residentes es especialmente visible en la vida nocturna. La misma Uma ha notado cómo la vida nocturna de los locales se ha desplazado: “Ahora lo que está muy de moda en Ámsterdam son los clubes grandes que están fuera del centro.

"Antes, cuando era más joven, como a los 16 años, solía salir más al centro. Pero ahora siento que mucho de eso ha sido tomado por el turismo. La gente ya casi no va a los clubes que están en el centro".

El Barrio Rojo que para muchos es el corazón de Ámsterdam, para Uma es un lugar que apenas ha pisado: “Crecí en Ámsterdam y nunca… habré ido al Barrio Rojo unas tres veces en mi vida. La primera vez fue cuando tenía 14 años. Mi profesor de historia dijo:

‘Ustedes crecieron aquí, también tienen que ver este lado de la ciudad’. Y me impactó. Nunca había estado ahí. Y es una locura que, en pleno centro de la ciudad haya ese espacio y que los locales simplemente lo eviten.”

La concentración de visitantes en zonas específicas ha generado una presión desmedida sobre servicios, espacios públicos y la vida cotidiana de sus habitantes. Aunque este tipo de turismo ha apoyado las economías locales, también ha traído consigo contaminación, pérdida de identidad cultural, desplazamiento de residentes y sobreexplotación de recursos.

 

MAAZ

 

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