La observación electoral es un logro de la ciudadanía resultado de la búsqueda constante de espacios para hacerse escuchar y, sobre todo, para incidir en su mejora.
Tras las elecciones de 1988, surgieron organizaciones ciudadanas decididas a evitar que se repitieran fraudes electorales. Comenzaron vigilando lo que ocurría fuera de las casillas: el acarreo de votantes, el llenado o robo de urnas, el condicionamiento de programas sociales, entre otros, pero no contaban con una metodología que les permitiera desarrollar estas actividades.
Con el paso del tiempo y la experiencia acumulada, se logró una coalición de diversas organizaciones, personas académicas y líderes de opinión, lo que permitió realizar un amplio ejercicio de observación en las elecciones federales de 1994 en donde ya se contó con algunos instrumentos que permitieron captar información para después contabilizar las anomalías observadas. Así surgió la observación electoral que es una forma de participación ciudadana que resulta clave para fortalecer la confianza en los procesos electorales.
Por ello, cuando el legislador diseñó el Proceso Electoral por el que se elegirán a las personas juzgadoras consideró incluir esta forma de participación ciudadana que se ha consolidado y perfeccionado a lo largo de los últimos 30 años. Además, la expectación que ha generado este Proceso Electoral ha aumentado el interés por participar, pues, con corte al 24 de abril, se han presentado 212,495 solicitudes y se han realizado 26,925 acreditaciones.
Las personas acreditadas podrán recorrer libremente cualquier parte del territorio nacional para observar el desarrollo del proceso, también podrán estar presentes en actos de preparación, en la jornada electoral y en las sesiones de los órganos colegiados del INE, y están obligadas a presentar un informe con sus observaciones dentro de los 30 días siguientes a la celebración de la Jornada Electoral.
Pero esa mirada crítica debe mantenerse dentro de los límites que marca la Ley y el Reglamento de Elecciones, por ejemplo, no pueden intervenir en el desarrollo del proceso ni sustituir a las autoridades electorales. Tampoco puede hacer proselitismo, ni manifestarse a favor o en contra de alguna candidatura. No pueden portar emblemas, escudos, colores o cualquier otro elemento gráfico que aluda a las candidaturas ni declarar públicamente tendencias de la votación o anticipar resultados. Es decir, su rol es de vigilancia, no político.
Observar no significa intervenir, es comprometerse con una mirada objetiva, respetuosa y vigilante. La participación ciudadana es un pilar de la democracia, por eso cuidamos que quienes acompañen esta elección desde la observación lo hagan con responsabilidad y apego a la ley. Porque la confianza se construye desde la colectividad.
POR DANIA RAVEL
CONSEJERA DEL INE
@DANIARAVEL