Hace una semana, en este mismo espacio reconocíamos a los docentes en su día y apelamos a que se hagan los ajustes necesarios para que tengan claridad en sus procesos de ingreso y promoción a la carrera docente, así como para que tengan apoyo suficiente en su formación continua y desarrollo profesional. En pocas palabras, queremos que realmente se les haga justicia, que se les de la importancia que merecen como formadores de las infancias y como garantes del derecho a aprender.
Como ya lo decíamos, al conmemorar el Día de la Maestra y el Maestro, uno de los rubros en los que quedamos debiendo a estos profesionales es en el salario. Recordemos que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, en el tercer trimestre de 2024 el salario promedio fue de 8 mil pesos mensuales por jornada de alrededor de 21.6 horas a la semana. Si bien esto es un promedio, que puede llegar a ocultar salarios mucho más altos, nos da una idea clara de que los salarios para las y los maestros no resultan lo suficientemente llamativos como para que los jóvenes más talentosos consideren ser docentes en el futuro. Para atraer a estos jóvenes, además, es necesario ofrecerles una carrera docente digna, justa y motivada por meritocracia.
El Gobierno Federal parece haber escuchado parte de este llamado, ya que, aunque aún no ha señalado cómo se mejorarán los procesos de ingreso, promoción y evaluación de maestras y maestros, sí hizo el anuncio de un aumento salarial. El aumento será retroactivo a enero de este año y representa un 9% más; adicionalmente, a partir de septiembre se les dará otro incremento del 1%. De acuerdo con las cifras publicadas por la propia SEP, esto equivale a una inversión de 36 mil millones de pesos anuales. ¿Es este aumento salarial justo, es necesario? En Mexicanos Primero no nos queda duda de que estos aumentos son necesarios para dignificar las condiciones de las y los docentes de nuestro país, y también son justos ya que se aplicarán de manera generalizada a todos los trabajadores de la educación.
Sin embargo, nos quedan grandes dudas sobre el momento en el que ofrecen estos incrementos salariales y sobre la presión que esto pone en el ya muy austero Presupuesto de Egresos de la Federación. ¿Por qué estos aumentos no se consideran y presupuestan desde el momento en el que se envía la propuesta de Presupuestos de Egresos de la Federación a la Cámara de Diputados para su aprobación? Se está convirtiendo en un clásico, dar este regalo a las y los docentes cada 15 de mayo, un gran anunció de incremento salarial, aumento en las prestaciones, que ahora se complementan también con más vacaciones, pero ¿de dónde saldrán esos 36 mil millones adiciones que se requieren para cubrir estos compromisos? Es una cuestión de contabilidad básica que, para aumentar el gasto, se debe aumentar la fuente de financiamiento, ya sea a través de ingresos, reducción de otros gastos, deuda, o una combinación de estos. Sería bueno saber a cuál de estos instrumentos se va recurrir.
¿Estamos presionando las finanzas públicas para atender solamente las necesidades de los docentes? Solo como un ejemplo, pensemos qué se podría hacer en materia de infraestructura escolar con esos mismos 36 mil millones; nos alcanzaría para dotar de sanitarios bien equipados a todas las escuelas que actualmente carecen de ellos. O quizá podríamos llevar electricidad, agua potable y sanitarios a todas las escuelas primarias que no tienen estos servicios. Reiteramos, claro que es necesario y justo el aumento en el salario docente, solo pensemos en el resto de las carencias que no se están cubriendo en el Sistema Educativo.
María Teresa Gutiérrez
Directora de Monitoreo de Indicadores Educativos
EEZ