México es hoy una de las principales economías exportadoras del mundo: la número 10, para ser exactos. Hace un par de semanas mencionaba en este espacio que, ganando, perdimos. Porque a pesar de haber aumentado nuestras exportaciones en 2024, pasamos del noveno al décimo lugar. Superamos los 610 mil millones de dólares en exportaciones y nos consolidamos, desde 2023, como el primer socio comercial de Estados Unidos, por encima de China y Canadá.
Sin embargo, detrás de estas cifras récord hay una realidad menos visible: la concentración de la actividad exportadora en muy pocas manos.
Según datos del SAT, la Secretaría de Economía y el INEGI:
- Sólo entre 14 mil y 15 mil empresas mexicanas realizan exportaciones.
- De ellas, menos de 500 grandes empresas concentran más del 70% del valor exportado.
- Aunque las MiPyMEs representan el 99% del total de empresas, solo el 9% exporta, y muy pocas lo hacen de manera constante o con valor agregado.
- Más del 90% de las empresas mexicanas no participan en el comercio exterior, ni siquiera de forma indirecta.
Esta concentración plantea un desafío estratégico: ¿cómo democratizamos el acceso al comercio internacional?
El contraste con otras economías es evidente:
- En China, el 60% de las PyMEs exportan.
- En Alemania, el 68%.
- En Italia, el 45%.
- En Corea del Sur, el 18%.
- En Países Bajos, el 17%.
- En México, apenas el 9%.
¿Por qué tan pocas PyMEs mexicanas exportan?
Las causas son conocidas: falta de información, escasa capacidad técnica para cumplir con normativas, altos costos logísticos, nulo acceso a financiamiento y pobre vinculación con cadenas de valor internacionales.
Expandir la base exportadora no es solo deseable, es urgente. Esto permitiría generar empleo formal, fortalecer cadenas productivas regionales y elevar la resiliencia económica del país.
Entre las acciones posibles destacan:
- Simplificar trámites regulatorios para pequeñas empresas.
- Establecer ventanillas únicas sectoriales y regionales de apoyo a la exportación.
- Facilitar los procedimientos aduaneros a través del trabajo conjunto con agentes aduanales.
- Promover asociaciones productivas para exportación indirecta.
- Apoyar con tecnología, capacitación y financiamiento especializado.
- Incentivar a las grandes empresas tractoras a incorporar proveedores nacionales en sus cadenas globales.
La oportunidad está ahí. Si queremos que México sea una potencia exportadora más incluyente y diversificada, debemos cambiar el enfoque: del crecimiento concentrado al desarrollo compartido.
Como diría un campeón mundial: “Imaginemos cosas chingonas”. Si hoy somos el número 10 y más del 90% de nuestras empresas están fuera del comercio exterior, ¿qué lugar podríamos ocupar si las incluimos?
JOSÉ IGNACIO ZARAGOZA AMBROSI
EXPERTO EN COMERCIO EXTERIOR
@ignaquiz
EEZ
