Claraboya

Guardianes de paz

Las fuerzas de paz —los llamados Cascos Azules— encarnan una paradoja profundamente necesaria: son soldados no para combatir, sino para proteger

Guardianes de paz
Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Cada 29 de mayo, el mundo conmemora el Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas, una fecha que puede pasar desapercibida para muchos, pero que representa una de las esperanzas más concretas de humanidad en medio de un escenario global marcado por la división, los conflictos y la polarización.

Las fuerzas de paz —los llamados Cascos Azules— encarnan una paradoja profundamente necesaria: son soldados no para combatir, sino para proteger. Su misión no es conquistar territorios ni imponer ideologías, sino preservar la vida, estabilizar regiones en crisis y abrir caminos para la reconciliación. En un tiempo donde los titulares están copados por guerras, rupturas diplomáticas y narrativas de odio, su labor silenciosa y paciente es un símbolo de lo que aún es posible: el diálogo, la mediación y la paz.

En sus más de siete décadas de historia, las misiones de paz de la ONU han intervenido en más de 70 escenarios de conflicto. Una de las intervenciones más recordadas es la misión en Sierra Leona, a principios de los años 2000, donde tras una cruenta guerra civil, la presencia de los Cascos Azules permitió la desmovilización de combatientes y el restablecimiento del orden constitucional. Fue un ejemplo de cómo la paz no se impone por la fuerza, sino que se construye con presencia, firmeza y humanidad.

Actualmente, miles de hombres y mujeres de más de 120 países sirven en zonas de tensión como Mali, Sudán del Sur, el Congo o Líbano. Cada uno de ellos representa una voluntad colectiva de paz, un consenso raro y valioso en un mundo donde el desacuerdo parece haberse vuelto norma. Su sola existencia demuestra que, pese a las grietas geopolíticas, existe un punto de convergencia: la necesidad de proteger a los más vulnerables y evitar el colapso total de la convivencia humana.

Además de su valor táctico y estratégico, el personal de paz de la ONU representa un ideal ético: que la comunidad internacional tiene no solo el derecho, sino la responsabilidad de actuar frente a la injusticia, el abuso y la guerra. Su labor va mucho más allá de lo militar: colaboran en tareas humanitarias, capacitan policías locales, protegen a mujeres y niños, y ayudan a reconstruir instituciones en estados frágiles.

Celebrar este día no es solo rendir homenaje a quienes han dado su vida por la paz —más de 4,000 desde que comenzaron las operaciones en 1948—, sino reafirmar que la paz no es una utopía, sino una tarea diaria que requiere compromiso, recursos y voluntad política.

En un mundo donde cada día parece acercarnos más al conflicto y al aislamiento, los Cascos Azules nos recuerdan que todavía podemos encontrarnos en lo esencial.

Que aún existen personas dispuestas a cruzar fronteras no para dividir, sino para unir. Y que en medio del ruido de las armas, la paz —aunque frágil y silenciosa— sigue teniendo defensores.

POR: AZUL ETCHEVERRY

[email protected]  

@AZULETCHEVERRY

MAAZ

 

Temas
OSZAR »