Politeia

Un fracaso anunciado

Vendida como un ejercicio de participación popular, la elección del PJF acabó siendo un espectáculo grotesco, carente de legitimidad

Un fracaso anunciado
Fernando Rodríguez Doval / Politeia / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

La elección judicial del pasado domingo 1 de junio fue exactamente lo que muchos anticipamos: un simulacro pseudodemocrático que no cumplió con el más mínimo decoro institucional. Vendida por el régimen como un ejercicio de participación popular, acabó siendo un espectáculo grotesco, carente de legitimidad, plagado de irregularidades y marcado por la apatía ciudadana.

La bajísima participación no fue casualidad. Fue un plebiscito silencioso de rechazo. La ciudadanía es perspicaz: sabe que elegir jueces entre nombres impuestos por una cúpula política y candidatos sin trayectoria judicial real no es participación, sino burla. Que ese pueblo tan presente en los discursos oficialistas no acudiera a las urnas a validar esa farsa es la mejor prueba de que esa reforma judicial nadie la pidió y nadie la buscó, excepto quienes la utilizaron como pretexto para destruir el equilibrio de poderes de la República.

Y qué decir de los “candidatos” electos para la Suprema Corte de Justicia de la Nación.  Todos, sin excepción, con historial de cercanía con Morena. ¿Mérito profesional? ¿Autonomía? ¿Carrera judicial? Nada de eso. Lo que primó fue la obediencia partidista, la lealtad ideológica y la voluntad de someter al Poder Judicial a la voluntad presidencial.

La boleta estaba repleta de nombres elegidos por su docilidad. Los poquísimos votantes, confundidos e ignorantes del proceso, tuvieron que recurrir a los infames acordeones que simpatizantes repartían descaradamente afuera de las casillas. La supuesta reforma ciudadana se convirtió en una operación clientelar más.

Ni siquiera la comunidad internacional guardó silencio. La Organización de los Estados Americanos (OEA) expresó su preocupación por la falta de condiciones mínimas para garantizar una elección justa y libre. ¿La respuesta del gobierno? Nacionalismo barato, victimismo ensayado y la acusación de intervencionismo extranjero. El guion de siempre.

La elección judicial fue un fracaso anunciado porque desde su diseño ya estaba viciada. Convertir el Poder Judicial en una extensión del Ejecutivo es la fórmula clásica del autoritarismo. No hay democracia sin jueces independientes. No hay Estado de derecho cuando los tribunales se llenan de operadores políticos disfrazados de togados.

Lo más preocupante no es lo que ocurrió, sino lo que vendrá. La Corte, ahora capturada, será funcional a los caprichos del régimen. Los contrapesos serán cosa del pasado. La Constitución será papel mojado, reinterpretada al gusto del gobernante. El equilibrio de poderes será un recuerdo nostálgico.

Así se construyen los regímenes autoritarios: con leyes hechas a la medida, con elecciones coreografiadas y con la complicidad de quienes prefieren no mirar. Se sabía. Se denunció. Fue, desde el principio, un fracaso anunciado.

POR FERNANDO RODRÍGUEZ DOVAL
POLITÓLOGO
@FERDOVAL

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