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Latinos se abren paso en Noruega

Son una comunidad resiliente que se adapta a las barreras culturales y sociales en una de las regiones más prósperas de Europa

Latinos se abren paso en Noruega

KRISTIANSAND, NORUEGA. Conocida por sus fiordos y su sociedad del bienestar, Noruega obtiene constantemente los índices más altos de calidad de vida a escala mundial.  

“Yo quería probar esa parte de mi vida”, me cuenta Octavio Arratia Evensen, un joven mexicano de 25 años que vive en Noruega desde hace cinco. “También las oportunidades para hacer una carrera, las facilidades que tiene uno para poder completarla. Eso fue lo que me motivó”.

Su caso no es el más común entre los migrantes latinoamericanos en Noruega: aunque Octavio nació en Veracruz, él cuenta con la ciudadanía noruega por vínculos familiares. “A mí me ayudó mucho el hecho de que mi mamá sea noruega. Tengo el pasaporte, la nacionalidad... se me facilitan cosas que a otros les cuestan más tiempo y esfuerzo”.

Créditos: (Especial)

Noruega cuenta con servicios públicos de primer nivel, acceso gratuito o muy accesible a la educación y la salud, y un mercado laboral bien remunerado, el país escandinavo atrae a quienes buscan seguridad, oportunidades profesionales y un entorno natural impresionante.

Además, su bajo índice de criminalidad y el fuerte énfasis en el equilibrio entre trabajo y vida personal hacen de Noruega un destino deseado para muchas personas que buscan un nuevo comienzo.

Con una población de 5.5 millones de habitantes, Noruega ha visto crecer en las últimas décadas su porcentaje de población migrante: cerca de un quinto de quienes viven en el país nacieron en el extranjero. La mayoría proviene de otros países europeos, especialmente de Polonia y Ucrania —éste último en gran parte se debe a la guerra con Rusia. También hay flujos significativos desde Siria, India, Filipinas y Tailandia.

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En cambio, los migrantes latinoamericanos representan un grupo muy pequeño: apenas alrededor de 0.5% del total. Se estima que viven en el país unos 3,500 brasileños, 1,500 chilenos, 1,000 colombianos, 900 mexicanos y 800 argentinos.
Para permanecer más de 90 días en Noruega sin ciudadanía europea se requiere un permiso de residencia por motivos de trabajo, estudio, asilo o reunificación familiar.

En la experiencia de Octavio, muchos latinoamericanos llegan tras casarse con noruegos o por oportunidades académicas o laborales. Pero adaptarse no es sencillo. “Los mayores retos han sido el choque cultural, adaptarme a una cultura tan distinta a la mexicana, aprender un idioma nuevo y hacer mi vida pensando y hablando ese idioma. El clima... y la comida. Ese cambio tan drástico es complicado”.

A pesar de que muchos noruegos disfrutan de la música, el baile y la gastronomía latinoamericana, Octavio ha notado que comúnmente la gente asocia a Latinoamérica con connotaciones negativas. “La idea general es crimen, drogas y violencia. Como mexicano, como hispanoamericano, es un poco incómodo. Somos muchísimo más que esas tres cosas: tenemos cultura, comida y tradiciones”.

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Noruega no forma parte de la Unión Europea, aunque está estrechamente vinculada a ella a través del Espacio Económico Europeo (EEE), lo que le permite comerciar libremente con los países del bloque y pertenecer al espacio Schengen. No obstante, en materia migratoria, el país conserva su autonomía: los ciudadanos de la UE pueden mudarse con facilidad, pero los latinoamericanos enfrentan requisitos más complejos tanto legales como culturales y sociales.

Aun con los desafíos, Octavio valora varios aspectos de su vida en el norte: “Aquí se gana muy bien, es una vida muy tranquila... pero para mí le falta esa parte que es muy importante: que la vida sea divertida”. Octavio ve su futuro cercano de vuelta en latinoamérica.

Aunque los latinoamericanos representan una minoría entre los migrantes en Noruega, sus experiencias reflejan los contrastes de migrar a un país con grandes oportunidades, pero también con barreras

POR ELIÁN LOYA ZÚÑIGA

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