Muchas familias en México y otros países optan por un desayuno rápido y sencillo antes de llevar a sus hijos a la escuela, el cual solo es un vaso de leche y un pedazo de pan. Aunque esta opción para los padres de familia puede parecer suficiente para salir del paso, los especialistas en nutrición advierten que este tipo de desayuno está lejos de ser ideal desde el punto de vista nutricional.
Un vaso de leche con pan sí proporciona ciertos nutrientes importantes. La leche es una fuente valiosa de proteínas, calcio, vitamina D y grasas, aunque su contenido puede variar dependiendo si es entera, semidescremada o descremada o incluso la marca de leche, ya que en diversas ocasiones la Profeco ha advertido que algunas de ellas que se consumen mucho en México están lejos de ser un lácteo.
Por su parte, el pan aporta carbohidratos simples, que proporcionan energía rápida, pero de corta duración. Si se trata de pan integral, el aporte mejora gracias a su contenido de fibra y carbohidratos complejos, que brindan una energía más sostenida. Pero si se trata de un pan dulce este aporta azucares añadidos, grasas, carbohidratos simples y muy poco proteína y fibra.

¿Qué le falta a ese desayuno?
El problema principal con esta combinación es que no es un desayuno equilibrado. Para cubrir las necesidades energéticas y cognitivas de un niño en edad escolar, el desayuno debe incluir al menos tres grupos de alimentos:
- Proteínas: fundamentales para el desarrollo y el mantenimiento del tejido muscular. Algunas fuentes rápidas y saludables son huevo, yogurt, queso o leguminosas.
- Carbohidratos complejos y fibra: estos proporcionan energía sostenida y favorecen la digestión. Se encuentran en alimentos como avena, frutas o pan integral.
- Grasas saludables: esenciales para el desarrollo cerebral y la absorción de vitaminas. Están presentes en alimentos como el aguacate, las nueces o el aceite de oliva.
Además, es importante incluir micronutrientes como las vitaminas y minerales que aportan las frutas o verduras frescas.
Los riesgos de un desayuno incompleto
Cuando un niño no desayuna adecuadamente, pueden presentarse efectos a corto y a largo plazo. A corto plazo, es común que el niño se sienta cansado, irritable o con dificultad para concentrarse en clase. Esto puede afectar su desempeño académico y su estado de ánimo durante el día.
A mediano o largo plazo, un desayuno pobre y repetitivo puede contribuir a déficits nutricionales, afectar el crecimiento y aumentar el riesgo de desarrollar malos hábitos alimenticios, como el consumo excesivo de azúcares o alimentos ultraprocesados más tarde en el día.

¿Qué puedes hacer si tu hijo no tiene tiempo o apetito por la mañana?
La buena noticia es que no necesitas preparar desayunos elaborados para mejorar la calidad nutricional. Aquí algunos consejos simples:
Agrega una fruta como plátano, manzana o papaya
Sustituye el pan blanco o pan dulce por un pan integral que le aporte fibra a tu hijo.
Incluye alguna proteína en su desayuno con un poco de queso, yogurt natural o una cucharada de mantequilla de cacahuate.
Con pequeños cambios, es posible transformar un desayuno básico en una comida equilibrada que realmente beneficie la salud, el aprendizaje y el desarrollo de tu hijo.