A medida que pasan los días, crece la impresión de que las grandes potencias están dispuestas a repartirse el mundo y delimitar zonas de influencia. Errónea o no, las formulaciones de Estados Unidos, la Federación Rusa y la República Popular China, alientan la idea de un mundo en el que los poderosos hacen la ley, limitados solo por el rejuego entre ellos mismos.
La afirmación del presidente Donald Trump sobre su inminente conversación con su contraparte ruso, Vladimir Putin, en torno a la posibilidad de paz en Ucrania sería normalmente un punto de optimismo. Pero después de afirmar que ya había incluso posibilidades de dividir "ciertos activos" (¿territorio, minerales?) hay una luz diferente sobre sus críticas y presiones contra el gobierno ucraniano –que incluyeron detener el flujo de armas y de inteligencia estadounidenses– para que reconociera un adeudo de más de 300 mil millones de dólares con Estados Unidos y aceptara una realidad y la posibilidad de perder partes de su territorio ya ocupado por Rusia.
Y Rusia, por su parte, alaba la disposición de Trump a reconocer sus derechos. Entretanto, mientras los grandes poderes se entienden entre sí, con los ojos puestos en sus respectivas audiencias domésticas y los movimientos de sus competidores, el multilateralismo languidece en la impotencia y otras potencias no desean quedar fuera.
Ciertamente, hay un tanto de "Chutzpah", ese concepto judío que mezcla coraje, descaro, audacia, máxima confianza en sí mismo y ostentosa osadía y cinismo, ejemplificado por el hombre que acusado de asesinar a sus padres pide clemencia por ser huérfano.
El gobierno de Vladimir Putin se presenta como la parte inocente y afirma que al invadir Ucrania solo respondió a la amenazante posibilidad de que se uniera a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a los maltratos contra la minoría étnica rusa en la que fuera península ucraniana de Crimea, ocupada ("liberada" según Rusia) luego de la invasión de 2014. Ahora los rusos alaban el realismo político del presidente Trump, que está dispuesto a negociar la paz en Ucrania sin preguntarle a los ucranianos o consultar la opinión de los europeos.
Cierto que esa disposición está condicionada a que sea bajo los términos de un acuerdo de 2022 que nunca fue ratificado y que de hecho, garantizaba que una Ucrania geográficamente disminuida quedaría bajo la égida rusa en todos los sentidos, menos el de soberanía territorial formal.
Con todo, hay otros actores en juego, Europa, una región tan fraccionada como aparece por opiniones diferentes, no parece cómoda con la idea de ser solo espectadora y algunas de sus partes, en especial Francia, Gran Bretaña y Alemania, parecen dispuestas a tomar una parte más activa en el respaldo al gobierno de Volodímir Zelenski. La República Popular China, parece apartada, pero en realidad es un actor importante, sino por otra cosa por su respaldo económico-comercial a Rusia.Es geopolítica. En esteroides.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE
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