En 2024, México recibió más de 64 mil millones de dólares en remesas. Esta cifra supera lo captado por turismo y por inversión extranjera directa.
Las remesas se han consolidado como un motor económico real: estabilizan economías locales, generan consumo interno y contribuyen a reducir la desigualdad.
Ante este panorama, ha resurgido en Estados Unidos la posibilidad de imponer un impuesto de 5 por ciento a las remesas enviadas al extranjero. Más allá de su supuesto potencial recaudatorio, se trata de una propuesta que, en la práctica, resulta regresiva, ineficaz y contraproducente tanto para México como para Estados Unidos.
La mayoría de quienes envían dinero a sus familias son trabajadores que ya pagan impuestos sobre sus ingresos. Gravar el envío de estos recursos implicaría una doble tributación, contraria a principios y tratados internacionales.
Este flujo económico también ha funcionado como una red de protección social, particularmente valiosa en contextos de crisis o vulnerabilidad, al generar estabilidad en comunidades altamente susceptibles a la migración.
Por otro lado, lejos de desincentivar la migración, una medida de este tipo podría intensificarla. Si las familias en México pierden una parte significativa del ingreso que reciben, aumentará la presión para emigrar, especialmente en regiones rurales o con bajos niveles de desarrollo.
Además, gravar las remesas encarecería o restringiría los canales formales, lo que fomentaría el uso de esquemas informales e incluso ilegales para transferir dinero, debilitando los mecanismos de control financiero y facilitando actividades ilícitas.
Es importante subrayar que esta medida no solo afectaría a México. En muchos condados y ciudades de Estados Unidos, el consumo local depende en buena medida del dinamismo económico de las comunidades migrantes. Si los trabajadores deben destinar una mayor proporción de sus ingresos a impuestos para enviar dinero, reducirán su gasto en bienes y servicios locales. Esto impactaría directamente a pequeñas y medianas empresas que operan en sectores como la alimentación, el transporte, la vivienda o el comercio minorista.
De aprobarse un impuesto de este tipo, es previsible un desplazamiento hacia canales digitales más eficientes. Las plataformas tradicionales, como Western Union o MoneyGram, podrían perder terreno frente a soluciones ofrecidas por fintechs y empresas basadas en blockchain, que permiten transferencias rápidas, seguras y con menores costos operativos.
Aplicaciones como Wise, Bitso, Binance, Remitly o Strike ya están creciendo y podrían intensificarse como alternativas, creando un ecosistema paralelo más alineado con la realidad financiera digital.
Frente a esta amenaza, se requiere una postura clara, firme y coordinada. México debe activar una diplomacia estratégica que no se limite al ámbito federal, sino que también involucre a gobiernos estatales y locales en Estados Unidos que dependen del dinamismo económico de sus comunidades migrantes.
A su vez, es fundamental construir alianzas con empresas de tecnología financiera y pagos digitales, posicionando a empresas de finanzas digitales como parte de la solución, y fortalecer el marco institucional para proteger y facilitar el envío de remesas por vías seguras, legales y eficientes.
Un ejemplo de gestión responsable desde un país emisor de remesas es España, que ha promovido el uso de canales formales sin imponer cargas fiscales sobre las transferencias. A través de regulación transparente, competencia entre proveedores y el impulso de plataformas digitales, ha logrado mantener bajo costos de envío y fomentar la inclusión financiera de los migrantes. Esta estrategia demuestra que es posible administrar el flujo de remesas de manera eficiente y justa, sin recurrir a medidas regresivas que afecten a los más vulnerables.
Es claro que, gravar las remesas no es una política recaudatoria eficaz ni una medida que contenga la migración.
Confío en que habrá espacio para el diálogo y la construcción de soluciones. La política pública debe diseñarse con una visión binacional, que reconozca los aportes de los migrantes.
POR ÁLVARO VÉRTIZ
SOCIO, DGA GROUP
@ALVAROVERTIZ
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